En la segunda mitad del s. XIX, la industria del bronce sufrió una transformación. La máquina ideada por Achille Collas, que permitía hacer reproducciones a escala reducida, dio un impulso fundamental a la escultura de pequeño formato. La técnica del bronce a la cera perdida vivía un momento de esplendor y empresas como Susse Frères o Etling Paris, fundada en 1909, dan buena cuenta de la excelencia alcanzada. La creciente demanda de pequeñas obras para decorar los hogares hizo que se crearan numerosas esculturas decorativas y las empresas de Bronces artísticos negociaban acuerdos con los escultores para reproducir sus obras o directamente encargaban un modelo de nueva creación. Con la expresión criselefantina se definía hasta finales del siglo XIX la técnica que empleaba simultáneamente el marfil y el oro en un objeto de arte. A finales del XIX, el concepto se amplió pasando a definir cualquier objeto escultórico en que se combinase el marfil y otro material como la madera, el mármol o el bronce.
Las criselefantinas Art Nouveau suelen representar personajes mitológicos, estereotipos orientales o figuras femeninas tratadas de manera simbolista a medio camino entre el mundo real y el mundo de la fantasía. Artistas como Théodore Rivière (1857-1912), Ernest Barrias (1841-1905) o Jean-Léon Gérome (1824-1904), animados por las posibilidades de este material, comenzaron a investigar con él en sus creaciones.Estos primeros acercamientos a la escultura criselefantina realizados por los artistas consagrados del momento fueron alabados por la crítica. Las criselefantinas que se generaron en el periodo Art Déco reflejan la madurez de la técnica, ya que los talleres y la maquinaria se fueron perfeccionando gradualmente. Además, las editoras contaban con maestros experimentados en la talla del marfil y artistas modeladores que se dedicaban a diseñar criselefantinas, es decir, la obra se concebía desde un comienzo para explotar al máximo las posibilidades plásticas de cada material, disimular las uniones y lograr un satisfactorio impacto estético.
La colección de criselefantinas del museo es una de las pocas expuestas al público a nivel mundial. Compuesta por 122 piezas, destaca no sólo por su cantidad, sino también por su diversidad, ya que están representados los más importantes maestros de la época Art Nouveau y Art Déco. Las criselefantinas francesas se caracterizan por su hieratismo: por lo general, son figuras solemnes que muestran un gran gusto por el detalle. El bronce está trabajado con técnicas casi de joyería y sus acabados llenos de texturas y relieves exigen un acabado más manual y ligado a la artesanía. Buen ejemplo de ello son las veinte criselefantinas de Demetre Chiparus o las cinco de C. J. R. Colinet que se exhiben en el museo. Las criselefantinas alemanas y austriacas permitían, en cambio, un proceso más industrial. Los acabados del bronce eran sencillos, con superficies lisas que reservan las aplicaciones a algunos detalles. Estas obras destacan por la vivacidad de sus esmaltes y por su moderno diseño, como se puede apreciar en las obras de Ferdinand Preiss, Otto Hoffman o Joseph Lorenzl. Las criselefantinas futuristas de Guerdago o las irónicas obras de Roland Paris son una muestra del potencial expresivo de esta técnica.